“Una buena pregunta debe permanecer como tal, como una perpetua inquietud”, nos dice el autor. Este volumen recoge narraciones que indagan tanto en el interior de los personajes como en el espacio que hay entre unos y otros. Amores condenados y fatales; padres que desaparecen e hijos que los encuentran en el pasado; las vidas paralelas de dos mujeres en apariencia opuestas; gente que se da cuenta de que no va a ninguna parte. Un conjunto de relatos,que combina el manejo de la tensión dramática con un estilo sobrio y controlado.
Lo primero que llama la atención en Kaiser es la destreza técnica, el dominio del pincel: transita, con elegancia y austeridad, de un relato sobre una impostura literaria o existencial a otro con escenario de thriller policial; de uno sobre un amor difícil o intransitable a otro de corte tangencialmente político; de la historia de una niña que nace diciendo la palabra muerto a otra en la que una suerte de mutante anda buscando una presa y su principal esfuerzo es simular ser como los demás. Pero lo notable, lo singular, es que en todos ellos flota algo, algo que se parece a la nostalgia y al deseo y, a la vez, a la desesperanza, pero que es otra cosa: no tiene palabras. Nadie se sorprenda si dentro de algunos años la expresión kaiseriano se convierte en adjetivo.
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