La Nueva Era no es un movimiento aparecido de la nada en el siglo veinte. Su ideología y práctica se originan en la Gnosis. Durante el siglo primero A.D. se asistió a un vigoroso crecimiento de esta filosofía que manifestaba la pretensión de guardar en su seno el mensaje auténtico de Jesús. Frente a él se alzó un conjunto de personajes que veían a la Gnosis como una perversión del mensaje cristiano y a su «Cristo» como «otro Cristo», radicalmente distinto del histórico. Para ellos, la Gnosis era un enemigo peligroso que debía ser abatido.
Partiendo de los documentos históricos, Los orígenes de la Nueva Era relata la pugna colosal en la que se enfrentaron dos cosmovisiones diametralmente opuestas, la neotestamentaria y la gnóstica. Las consecuencias de esta pugna resultan visibles, incluso en nuestros días, en el desarrollo e ideología de la Nueva Era.
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