El autor hace frente al documento autoinculpatorio de la Iglesia Católica respecto al antisemitismo. Los cristianos ya han dado el primer paso hacia un entendimiento con los judíos. ¿Cuándo reconocerán los judíos sus crímenes contra los cristianos? De pequeño, y como todo buen cristiano, solíamos ir a los Oficios de Semana Santa en la iglesia de nuestro pueblo castellano. El Viernes Santo, armada toda la chiquillería del lugar con las ruidosas matracas -juguetes para hacer ruido-, aguardamos el momento exacto en que se permitía atronar todo el recinto sacro y patear judíos imaginarios, si no con indulgencia plenaria del señor cura del lugar, sí con su venia indulgente y compresiva. Protestábamos así contra los pérfidos judíos que habían matado alevosamente a Nuestro Señor Jesucristo clavándole en una Cruz. Nuestra conciencia de cristianos viejos, aunque niños de pocos años, no nos remordía un pelo por ese pecado nefando de antijudaísmo cometido en mismísima iglesia santa de Dios. Para nosotros los pérfidos judíos eran, sin duda alguna, los responsables de otro pecado infinitamente superior al el pecado de deicidio. Si. Eso era en otros tiempos. Antes del Concilio Vaticano II, se entiende. Este concilio comenzó por suprimir el apelativo de pérfidos judíos en su liturgia del Viernes Santo y a liberarlos del pecado de deicidio llamándolos «hermanos en Cristo». Esto nos ha forzado a nosotros, cristianos viejos hechos y derechos, a hacer nuestro examen de conciencia personal. Fruto del mismo son estas páginas que tienes en tus manos amable lector.
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